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Mi Camino Emprendedor

Los errores que cometí que no debes cometer.

Todo comenzó en la fría Bogotá, donde nací hace 29 años, mi cuna familiar y la ciudad que vio crecer a un Jonathan inquieto, curioso y decidido a triunfar.

La que me dio un padre del cual heredé esa empatía por el emprendimiento, quien, a pesar de llevar 23 años como colaborador de una empresa, ha creado varios negocios como papelerías, supermercados y restaurantes que, por cierto, aún funciona sobre la 140 con 12 en Bogotá, por si pasas por allá y quieras conocerlo.

Una herencia que empezó a marcarse a los 7 años de edad, cuando me iba por toda la unidad residencial, de apartamento en apartamento, ofreciendo dulces y golosinas que me daban unas cuentas monedas (Y como la vendedora de rosas: me las mecatie en cositas).

Lo mismo hacía en el colegio, pero ahí el negocio “creció”, pasé de vender barriletes a sándwiches y otras cositas que eran apetecidas en ese ambiente escolar; mi negocio se diversificó.

Todo transcurrió perfecto hasta que llegó el momento de graduarme del colegio, y todos mis planes apuntaban únicamente a estudiar Administración de Negocios Internacionales en la Universidad del Rosario (No podía ser otra universidad, tenía que ser en esa).

Presenté la entrevista y pasé, tenía seguro mi cupo en la universidad de mis sueños.

Sin embargo, había decidido aplazarlo por un semestre, sentía que necesitaba un descanso.

Así que tomé esos seis meses para aprender inglés y francés, terminé haciendo demás porque también hice voluntariados en fundaciones, en Un techo para mi País, en Fides, en la Policía, esa fue la oportunidad perfecta para conocer y explorar.

Llegó entonces lo que por educación fundamentada en lo tradicional correspondía: entrar a la universidad.

Ingresé en el año 2010 y fui feliz descubriendo ese nuevo ambiente de amigos y experiencias desconocidas.

Sin embargo, para finales de 2011 entré en semestre de prueba porque por segunda vez repetía la asignatura de matemáticas II, mi poca afinidad con ellas me pasó factura.

Llegando de un viaje de Suecia comencé ese tormentoso semestre que, por el viaje, me tardé en iniciarlo a tiempo lo que me generó un choque con uno de mis docentes, quien al finalizar el semestre me dejó la materia en 3.4, y como mínimo me exigían tener el promedio en 3.5 para poder avanzar, era la única material en la que me fue mal, porque el resto la tenía por encima de 4.

Cuando me dijeron: no puedes seguir en la universidad, sentí que el mundo se venía abajo, porque mi plan a, b, c…que era únicamente estudiar en esa universidad, se había terminado.

Después de recibir tremenda noticia, me pregunté ¿Y ahora qué? (Como el salto al vacío de la foto)

Empezó mi sufrimiento, un mar de preguntas sin respuesta sobre a dónde quería ir, qué quería para mi vida, cuál era mi futuro.

Para ese entonces corría el riesgo de que me llevaran a prestar servicio militar, sentía miedo de salir a la calle y encontrarme con cualquier militar, porque eso ya significaba para mí un paso firme al último lugar en el mundo donde quería estar.

En cuestión de poco tiempo, mi familia decidió contactarse con alguien para lograr una entrevista en la Universidad de la Sabana (Quién iba a pensar que mi cerrada decisión de estudiar en la U. Rosario iba a cambiar), tan efectivo fue el contacto que no fue necesario presentarla, por su recomendación ya tenía asegurado mi cupo en la universidad.

Ingresé a estudiar Mercadeo y Logísticas Internacionales, me aventuré en una nueva etapa con la que sentía profunda conexión, mi promedio era de 4.2, conocí personas de todo tipo y en el segundo semestre ya había logrado un trabajo estable en la misma universidad.

Fui el encargado de ayudar todo el proceso logístico en las ceremonias de graduación. Al tiempo formé parte del Programa Aprendamos a Trabajar donde tuve la oportunidad de dirigir a 700 estudiantes que querían trabajar dentro de la Universidad, con quienes apliqué cada conocimiento y experiencia que había tenido en mis cortos recorridos.

Pero pasaba el tiempo y empecé a colapsar: llegaba a la universidad a las 6 de la mañana y salía a las 8 de la noche, más 2 horas de cada viaje, hacían que mis jornadas no tuvieran fin.

Nuevamente me pregunté qué quería para mí, esos pensamientos venideros de cuestionarme hacia dónde iba mi vida hicieron que tomara el siguiente rumbo.

Solicité a la universidad un intercambio a Francia pero no lo hice a tiempo, de modo que la única opción sería hacerlo nacionalmente, ya sea en Cali, Barranquilla o Medellín.

Siempre me llamaba la atención Medellín, por su gente, su ambiente, sus lugares y todo lo que puede ofrecer esta ciudad; así que acepté la propuesta e hice el intercambio con la Universidad Eafit, sin antes saber nada de esta universidad.

La respuesta de mis padres fue que debía empezar solo, no contaría más con su apoyo económico, y la opción que visualicé en ese momento fue alquilar un apartamento y poner en arriendo las otras habitaciones. Eso hice, y tuve la fortuna de recibir dos franceses con quienes compartí un largo tiempo.

El intercambio me permitió tomar una nueva decisión, validar mi carrera y quedarme definitivamente en Medellín.

Y el nuevo emprendimiento de Jonathan empezó a marchar: organicé viajes por todo el país con los franceses, los llevé a lugares magníficos que solo en Colombia se pueden encontrar. Esto me permitió abrir más adelante una agencia de viajes con un prometedor futuro.

De hecho, tuve la oportunidad de irme más adelante a México con el fin de hacer alianzas y potenciar mi marca, con la que ya había recogido buenos frutos.

Mis planes estaban proyectados a quedarme un año en México, pero a los dos meses la empresa que me contactó entró en bancarrota, lo que me dejó perplejo y sin ningún horizonte.

Una caída más, una derrota más, un golpe más que me llevó a tocar fondo.

Un fondo del que no vemos salida, del que reprochamos y donde la desconsolación nos invade.

El camino continuaba y había que avanzar, me quedé solo con el aprendizaje de esa mala experiencia.

Me devolví para Colombia y puse mi enfoque a la agencia de turismo, donde pasé de atender a 30 personas a más de 300 en dos meses, todo gracias a una planificación correcta que pude estructurar con estrategia y enfoque.

En el transcurso nació Emprendimiento Líder, mi segundo emprendimiento que tomaba fuerza, porque me encargaba de brindar talleres formativos sobre inversión en criptomonedas, marketing, entre otros temas de negocios.

Rondaba en mi cabeza la idea de tomarme un año sabático, emprendí viaje a varios países europeos entre ellos Francia, donde siempre había querido estar, conocí gente de todas partes del mundo, me la pasé de hostal en hostal y experimentando lugares y momentos únicos, que pocas veces se repiten.

Ahí nació Corazón Viajero, un blog donde comparto información sobre viajes, cómo obtener ingresos mientras viajas, marketing y todo lo relacionado al turismo y viajes.

No recuerdo por cuántos aeropuertos he pasado, porque tiempo después también pasé por New York y fui a parar hasta el mundial de Rusia, donde cantaba a todo pulmón el himno de Colombia y sentía cada gol como si fuera mío.

Las travesías de Jonathan continuaban y continuaban, hasta que por fin parecía que iba a sentar cabeza, cuando volví al país y retomé la universidad, donde me convencieron de tomar una segunda carrera, y así fue, comencé a estudiar al tiempo Administración de Negocios y Mercadeo.

Después de 10 años de pasar de universidad en universidad, por fin obtuve mi títulación como Administrador de Negocios y Mercadólogo.

Sigo potencializando a Emprendimiento Líder, con quien pude llegar a más de 150 personas de forma presencial en cada entrenamiento enseñándoles sobre negocios, marketing digital, pauta y contenido valioso que hizo crecer a muchos negocios en el mundo digital.

Pero llega una pandemia a cambiar el rumbo de todo, mis eventos presenciales eran imposibles de realizar por todas las medidas que implicaron la cuarentena.

Sin embargo, a pesar de la crisis que representó para mucha gente, negocios y emprendimientos, para otros llegó una oportunidad de alto nivel: llevar o impulsar los negocios de modo virtual.

Oportunidad que me ha permitido impactar a más de 70 mil personas con mis formaciones, compartiendo experiencias significativas y, sobre todo, ayudando a que más emprendedores sobresalgan con sus ideas y consigan resultados recurrentes a través del marketing digital.

Ahora, como Consultor de Marketing, me enfoco en llegar a más personas y por eso he creado la Masterclass donde aprenderás a generar más de 2.000 dólares explotando todo tu conocimiento en Marketing Digital.

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